La belleza sublime del mundo nos trae esa tristeza de lágrima dulce porque en el fondo sabemos que hemos abandonado la capacidad de percibirla. Pero el mundo está ahí, y es nuevo cada día, y somos libres de ser el niño ahogado en en adulto que ve un mundo con más luz, con más color.
El niño no ha muerto, poeta, y por eso desde tu garganta llora y murmura estos versos, que tú escribes.
