viernes, 15 de enero de 2010

Álbum de recuerdos (Rapsodia)

Creo que todo debió comenzar cuando se separaron mis padres. O quizá no. La adolescencia es inconmensurable en su capacidad de cambio. Al fin y al cabo es la época en la que nos consolidamos como personas definitivas en el mundo. Buscamos sitio en el que viajar el resto del trayecto en este tren de la vida. Ahora busco en qué vagón debí perderme a mí mismo.
Se puede ser mil personas diferentes en una sola vida. Somos dados al cambio, por supuesto. Pero yo... Yo no recuerdo quién fui. Ahora soy, sin ser. Porque no recuerdo haber sido. Tantas y tantas veces me coloco frente al espejo y miro esa cara, esa cara estupefacta de encontrarse ahí, tan exacta como en la realidad que crees que es la definitiva e inamovible. Tan yo. Pero la veo mirarme, veo sus gestos, y en el fondo de esos ojos de cristal veo que ese no soy yo. Siempre fui el feo, el gordito, el friki, el marginado, el empollón, un pequeño enano charlatán sonriente con melena. Y ahora ese casi hombre de 17 años se planta ahí queriendo hacerme creer que ese soy yo... Más alto, más guapo, más delgado, abierto, simpático, tranquilo, loco, bromista, algo imbécil, incluso bastante imbécil. Parece que tiene bastante éxito, socialmente al menos. Se me hace realmente un desconocido.
A veces vivo frío. Helado. Entumecido y abotargado por la costumbre y el estrés de estar viviendo. Olvido disfrutar de todos los presentes posibles, de que el tiempo es oro y yo soy mendigo, de conectar con mi vida actual... Me siento bastante incapaz de no ser automático. He perdido la vergüenza en parte debido a que no estoy conectado al presente. Está pasando, Dan, está pasando. Y últimamente pienso que probablemente sea porque falta una pieza, mi pasado.
No tengo casi recuerdos de antes de que mis padres se separaran. Y los que tengo, son borrosos, como si fueran los recuerdos de otro, el sabor de un cuento para niños en el que sólo soy el espectador. No dudé en tirar todos mis juguetes. Me estorbaban. Nunca he vuelto a recordarlos, ni a dedicarles siquiera un pensamiento. El día en el que los tiré no dejó ninguna huella en mi memoria. Igual que los días en los que mis padres se separaron. No recuerdo el día que mi padre se fue de casa. Tampoco recuerdo esos días en los que los tres estábamos juntos. Cuando veo mi antiguo colegio, el restaurante donde íbamos los tres a cenar, las fotos de los viajes juntos..., recreo la sensación de ver la película sobre la vida de alguien que me suena de algo. Incluso me siento incapaz de sentir verdadero cariño, muchas veces. Antes, era un hijo, un chavalín de una familia de tres. Ahora soy algo cercano a una persona, más mayor, más independiente, estudiante de piano, aprendiz de la vida en general. Mi padre vive a treinta kilómetros de mí y hace tiempo que dejó de ser aquel que ponía orden y se enfadaba conmigo para ser mi mejor amigo, alguien inverosímil y desconocido cuando vivíamos los tres juntos. Mi madre se ha abandonado al tiempo lento, su cauce da vueltas por su propia vida, y ahora es mi compañera de piso. Los dos me dan cariño, me quieren, harían lo que fuera por mí, pero ya nada es igual. Vivo todavía en una casa donde conviví con ellos dos, pero ahora es otra, desordenada, fría, vacía, lejana... Incluso a día de hoy echo de menos a mi gato y hace ocho años que no le veo. Pocos recuerdos sobreviven al exterminio de mi pasado, ese del niño defectuoso, aquél incapaz de amarse a sí mismo.
Me resulta increíble cuánto tengo bloqueado en mi cabeza, cuánto no recuerdo, pero que ahora soy consciente de que está ahí. He sido tan pequeño... Y ahora las palabras suelen ser vanas ante esos recuerdos, y resbalan como aceite sobre plástico. Me encuentro cansado, feliz de existir, y triste por no haber existido. Como si hubiera nacido hace dos años.
Tantas cosas... El viaje de esquí, el descubrimiento del Guerrero Pacífico, el piano, internet... me han llevado por los insondables caminos que me llevan aquí. Recuerdo cuán vergonzoso he sido, la vergüenza que me daba hablar con las chicas y lo enamorado que estuve de una durante demasiado tiempo de mi vida. Recuerdo mis primeras amistades profundas por msn, mi primera red de amigos en torno a las videoconsolas, cómo era en esos momentos. Y recuerdo ese viaje que nunca podré olvidar porque en él conocí a personas, tuve por primera vez amigas, perdí la vergüenza, ligué (para mi incredulidad más absoluta, por supuesto) y avancé socialmente de golpe en 5 días. Recuerdo lo enamoradizo que me volví de pronto, debido a mi inexperiencia, y lo mal que lo pasé por lo que ahora veo que son estupideces. Mi vida ha empezado en esos puntos, donde antes no había nada que pueda recordar. Y cuando mi familia se rompió, la tormenta de arena cubrió el resto, en silencio, mientras yo no sentía nada...
Un día devolveré del olvido mi vida pasada, pues la necesito para ser una persona completa, para saber quién soy y quién quiero llegar a ser. Ese niño feúcho y amigable, sincero e inocente sigue vagando por ahí dentro, y se deja manifestar de vez en cuando. Pero está encerrado en una cámara, perdido en la lente como un telescopio cuyo objetivo perdió la estrella que andaba mirando y da vueltas perdido buscándola entre miles de otras que la rodeaban.
Quizá todas estas palabras tan largas sean tan sólo otros recuerdos de otoños largos y pianos tristes sobre esta mesa de lágrimas nunca derramadas. Quizá sean algo menos consistente que un suspiro o un estado de ánimo. Pero son yo. Y hace tiempo que ese yo perdido no me deja sentir.
Quiero ser...

"El tiempo, a veces amigo del hombre, todo lo deja atrás..."

5 comentarios:

  1. Hola, es muy lindo eso que escribiste.
    Hacía mucho que no te leía y fue muy grato volver a hacerlo.
    Un gran saludo.

    ResponderEliminar
  2. Wow, escribes muy bien ._.
    Ha merecido la pena visitar el enlace desde el tuenti.
    ¡Saludos!

    ResponderEliminar
  3. Genial, como siempre Danny.
    Es una manera de explicar y de hallar nombre a lo que eres o fuiste algún día. Yo tampoco recuerdo mucho antes de lo de Sandra...

    Besos.

    ResponderEliminar
  4. Me hiciste acordar al comienzo de un poema de Girondo, donde confiesa ser "un cocktail de personalidades".



    saludos!

    ResponderEliminar